Tributo a Frank Harris

Un diario íntimo, de periodicidad visceral, para los perseguidores del elusivo arte literario.

sábado, abril 21, 2007

Beso contra beso


Llega.
Me besa.
Yo la beso.
Ella me besa.
Yo, una, dos, tres, cuatro besos.
Ella cinco, seis, siete veces.
Yo la contrabeso beso.
Ella me ultracontrabesa besa.
Y así.

Cuando se va,
le digo adiós con la mano, y le mando un besito volado.

miércoles, marzo 07, 2007

Casta magnífica


De noble porte y gestos acerados, componen ellos solos un retrato familiar. Hombre y bestia hermanados por la complicidad de la faena, sangre y músculo del campo venezolano. De la plaza al aljibe, ¡cuántas veces son todas las veces!

Fotografía: Orlando D’Elia

martes, febrero 27, 2007

La avaricia del acaparacarne no tiene perdón de dios



En un recodo del camino desfallece un animal. Su dueño lo ve morir con indolencia; prefiere alimentar a los buitres antes que a ése, un prójimo que desprecia por desconocido, por mal avenido, por diferente. Luego, como un relámpago, resuena el oráculo: dichosos los que tienen hambre y sed de justicia porque ellos serán saciados.

Fotografía: Orlando D’Elia

miércoles, septiembre 06, 2006

Baila el tamunangue


La estampa se recorta contra un tapiz brumoso, inequívocamente larense. El grupo se ha ido sumando de a poco; ataviados con corrección unos, y otros con mucho brío. El cuatrista se arrancó con la “Batalla” y a la altura de la “Perrendenga” no se cansa. Pero es la pareja del centro la que hoy baila como posesa. No son razones de tradición ni de fervor religioso. Hoy lo hacen por puro arte.

Fotografía: Orlando D'Elia.

lunes, enero 30, 2006

'Nuestras vidas son los ríos...'


En los confines de la tierra venezolana, las aguas surcan el suelo como trazos de una deidad fundadora. Con cada nueva línea, el tiempo, ese otro dios minucioso, ha dado forma a la movediza subsistencia de los hombres. Un destino que viene y va, como el oscilar de la corriente.

Fotografía: Orlando D’Elia.

viernes, enero 27, 2006

Parte de guerra

En tu cuerpo se ha dado una batalla.

En los puntos de encuentro
las heridas se levantan como columnas de humo
rodeadas por un reguero de pólvora
sobre las sábanas.

Escaramuzas han tenido lugar
en el perímetro de los labios.
Corre un regusto de sangre
por tu boca.

En torno al cuello
el círculo carmesí destaca como una medalla
modelada por el arrebato.

Y no es exiguo el aullido de la piel en el valle de Venus.
Ha sido arrasado con napalm.

No ha habido bajas.

martes, enero 24, 2006

Lamento magallanero

Toda intención de explicarla enfatiza el dolor de la derrota. Nos mueve, como a cualquier profeta del desastre, la necesidad de reivindicar el augurio, el 'yo lo vi venir'. Sobre las causas, infinitas cuando se miran desde lo irreversible, doy preferencia a la sensación de destino marcado, de fatum, que se fue cebando en los detalles, hasta desfigurarnos el empuje.

Nada me impide, tampoco, denunciar aquí a esos leves que vistieron a Al Pedrique con traje nuevo, el mismo de cierto emperador. No pudo el 'manager del año' con la grandeza de su equipo, dejándolo morir a unos pasos de la gloria, tal como hiciera Ulises con 'Argos', perro fiel donde los hubo.

Por esa clase de fidelidad, reivindico también la actuación de los nobles 'Tapón' Hernández, Melvin Mora, Eddy Díaz y Richard Paz, que hay muchas maneras de ser leal a una causa, Edgardo Alfonzo.

Finalmente, mi maldición eterna a los narradores y comentaristas de televisión, que son ellos la nuestra. Otrosí, para los insensatos que este año desempolvaron el argumento de la 'taquilla'. La ignorancia es su peor castigo.

martes, diciembre 13, 2005

Pasividad del arte

A favor de la pasividad del arte: tu silencio es pura literatura.

lunes, octubre 24, 2005

Indagación de los días

La indagación de los días es un salto en el abismo, en el que mi único miedo es no encontrarme con tus ojos del lado allá de la pirueta.

jueves, septiembre 15, 2005

“Un pintor que pintara angelitos de mi pueblo”


Han hecho un alto en sus tareas escolares para atender al lente de la cámara, o a lo que haya llevado allí al fotógrafo. Aunque parecen más bien estar echando un vistazo al futuro, para no perderle la pista.

Fotografía: Orlando D’Elia.

martes, agosto 30, 2005

Ella, el circo

Mi novia me ha llevado al circo
y me he fastidiado.

Y es que ignora que el verdadero circo, para mí, es ella.

Pero no ese donde menguan los animales exóticos,
donde maromeros, payasos y enanos sacan la plana,
y el domador de leones mata el tigre.

Ella es un circo como los de antes,
donde los artistas se juegan la vida con balas y dagas de verdad,
donde la magia asombra con un sencillo mazo de cartas
y los pasteles vuelan por doquier.

A las puertas de este circo una gitana adivina el futuro.
Sin consultar, le entrego una moneda.

Junto a la pista central,
me arrellano a comer cotufas y algodón de azúcar.
Aplaudo y río como un niño.

La certeza de un espectáculo distinto cada día.

lunes, agosto 29, 2005

Primavera

Hay una mujer que cuando la miras, ves un jardín.

Una mujer palmera
que enamora en lo alto
a una jirafa alucinada.

Como a la pintura de Botticelli,
a esta mujer las flores se le caen de la boca,
como los besos de los labios...

Esta mujer es una selva perdida en la ciudad,
un infundio germinal,
un frenesí de estragón y otras hierbas aromáticas.

Esta mujer es la primavera.

martes, agosto 23, 2005

Lo prometido

'Prometido' se llamaba el perro de Juan Félix Sánchez, artista famoso que fue de El Tisure, en los Andes venezolanos. Cachorro, y aún sin nombre, le había sido ofrecido a Juan Félix por un viejo compadre: '¡En el rancho le tengo el perro 'prometido'!', le gritaba nomás ver a Sánchez.

Atento y preocupado debía parecerle a Juan Félix su compadre, quien no sólo lo obsequiaba con un precioso 'Mucuchíes', sino que también le ahorraba el trabajo de buscarle nombre.

sábado, agosto 20, 2005

Embelesos y embelecos

Pocos días hace, padecí un hallazgo inopinado: mi primer amor.

Esta sentencia, de veracidad discutible, difícilmente constituye una evocación recurrente en mi vida, aunque tenerla en ese juicio facilitará el ejercicio discursivo que me propongo.

Las imágenes corresponden a una época que, sin demasiado amor propio, llamaré mi 'período gris'. Imaginen un prospecto de adolescente más gracioso que bien parecido y de natural retraído descubriendo, a sus tempranos diez años, el deseo sensual que le produce la figura de una precoz condiscípula.

Ella, de cuyo horrísono nombre no quiero acordarme, persiste en mi memoria con un único atuendo, compuesto escasamente de dos prendas. Una franela blanca y un short azul de lycra barata: el uniforme de gimnasia. Un día a la semana aquel hosco y excesivamente tímido jovencito advertía cuán diferente se mostraba esta niña del resto de sus compañeras, y notaba también cuán atractiva le resultaba esa diferencia, evocándola noche a noche los seis días restantes. El enamoramiento, como es de suponer, nunca fue conocido por ella, cesando sin mucho trauma con el año escolar.

Los bordes de estas imágenes se diluyen en otros recuerdos y no me es posible precisar nada más de este primer amor, salvo diciendo que aquella pasión pocas veces fue superada en los años siguientes.

¿Cómo decir ahora, cuando por casualidad la he vuelto a ver, que mi recuerdo se aviene arduamente con su condición actual? Enfrentada a la voluptuosa estampa que de ella alimenté en el tiempo se opone ésta de hoy, insospechada y desoladora; la de una niña apenas más desarrollada que el bebé que lleva en brazos.

jueves, agosto 18, 2005

Ellos hacen poesía

Mientras la amada espera en su estancia el cortejo del amado, hace poesía...

Se abandona a la lluvia matinal; las gotas prendidas de su piel son poemas que la acarician, como las manos de su amado suelen acariciarla a ella.

Ella es un poema como esos que le gusta escribir a su amado, como esos que a ella le gusta que él le escriba. En ese instante, su amado se detiene a recoger una flor del camino pensando que a ella, esta vez, no le importará que él no haya podido escribir ningún poema.

jueves, agosto 11, 2005

Sobre la identidad de Frank Harris

Habría que comenzar diciendo quién es Frank Harris.

Fue, el viejo Frank, se me ocurre, un 'aventurero del placer'. Siendo casi un niño, se metió de polizón en un barco para surcar el Atlántico y llegar a la 'tierra de las oportunidades'.

En Norteamérica realizaría múltiples actividades, las que luego vertiría en una singular autobiografía: Mi vida y mis amores.

El carácter de esta obra lo presagian las tapas rosadas que identifican la colección La Sonrisa Vertical, de Tusquets. Lo que nos relata Frank de su vida, pero especialmente de sus amores, presta un tono de sensual intensidad a la obra. La ardorosa descripción de veinte o treinta menage (a deux, a trois, a quatre...) me forzaron a profundizar en su lectura con más seriedad que la que inicialmente permitía la efímera soledad del hogar.

A hurtadillas siempre, repasaría los pasajes eróticos pero también los otros, los que aludían a otra vida, menos fantástica, desde luego, pero cuyos matices hallaban correspondencia en mi cotidianidad.

Esta lectura, lo comprendería luego, habría de convertirme en un lector.

viernes, julio 29, 2005

Para inaugurar el blog

Hoy estoy con un dulce aburrimiento, como Benedetti, con una rabia hecha para otra ocasión. Viejo sabueso, he perdido el olfato para rastrear las señales con las que el día tienta. La calina en la ciudad me pone de mal humor, como a una morsa en el zoológico.

En días así termina uno por cometer alguna tontería.

Acerca de mí