Mientras la amada espera en su estancia el cortejo del amado, hace poesía...
Se abandona a la lluvia matinal; las gotas prendidas de su piel son poemas que la acarician, como las manos de su amado suelen acariciarla a ella.
Ella es un poema como esos que le gusta escribir a su amado, como esos que a ella le gusta que él le escriba. En ese instante, su amado se detiene a recoger una flor del camino pensando que a ella, esta vez, no le importará que él no haya podido escribir ningún poema.
Un diario íntimo, de periodicidad visceral, para los perseguidores del elusivo arte literario.
jueves, agosto 18, 2005
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2 comentarios:
Voy a chillar....algunas veces la amada espera la poesía del amado, que nunca llega
Tengo una debilidad manifiesta y desquiciante por las poetisas...me gustó el viraje de este, su poema
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