Un diario íntimo, de periodicidad visceral, para los perseguidores del elusivo arte literario.

martes, febrero 27, 2007

La avaricia del acaparacarne no tiene perdón de dios



En un recodo del camino desfallece un animal. Su dueño lo ve morir con indolencia; prefiere alimentar a los buitres antes que a ése, un prójimo que desprecia por desconocido, por mal avenido, por diferente. Luego, como un relámpago, resuena el oráculo: dichosos los que tienen hambre y sed de justicia porque ellos serán saciados.

Fotografía: Orlando D’Elia

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